El Otro Lado: Los Aimes y Kasaiks.
Los Aimes existen desde hace muchos, muchos años, pero los dragones son
relativamente jóvenes.
Cuando Mhalogrs ya no pertenecía a la orden de los magos
y brujos, quiso enfrentarse a todo aquello que se interpusiese en su camino.
Para ello necesitaba algo con que combatir a los Aimes.
Raptó grandes manadas de éstos caballos alados para su propio beneficio y
provecho, pero los Aimes se deben al bosque, a la naturaleza y a la Señora y
Dueña de los Aimes. Esa, soy yo. Por esa razón, puedo imaginar el terrible odio
que Mhalogrs tiene hacia mí.
Los Aimes no respondían a las órdenes del que quería ser su nuevo amo,
cosa que lo enfurecía de manera degradante.
Una noche, me raptó a mí, Señora de
Bestias, caballos y caballeros.
Me tuvo inconsciente y no fui capaz de
responder a las llamadas de mis preocupados amigos.
Gracias a sus conocimientos
en brujería, Mhalogrs transformó su apariencia e hizo creer a los Aimes que era
Epona. Les ordenó pelear entre ellos.
Aquellos animales tenían que obedecer a
su Señora, llevaban toda la vida haciéndolo, así como sus padres y antes que
ellos, sus abuelos y anteriores generaciones.
Aquello fue una carnicería, un desastre para aquellos seres tan nobles y
divinos. Mhalogrs siguió ordenándoles luchar hasta que solo quedó uno de ellos.
Se volviera tremendamente cruel, se llamaba “Kasaik”.
Cuando estaba desfallecido, por el agotamiento de tantas luchas, por sus
heridas y dándose cuenta que había dado muerte a todos sus hermanos, su
supuesta señora fue a felicitarlo.
En ese momento y delante de él,
aquel engendro, volvió a transformarse en lo que realmente era: Mhalogrs.
La tristeza hizo mella en Kasaik, no podía creer que aquella bestia
consiguiera hacerle matar a todos los Aimes. Decidió dejar de comer, de beber…quería
morir…..
Su dolor y sufrimiento, pronto se transformaron en una terrible ira.
En un principio, por su nuevo dueño, después por todo ser vivo.
Después de muchas torturas en las mazmorras de la Torre Negra, Mhalogrs
consiguió de él lo que quería.
Hoy en día es el jefe de aquellos dragones que nacieron Aimes hace muchos
años. Se hicieron llamar ¡Kasaiks” en honor a su jefe.
Mhalogrs está convencido que con aquellos monstruos, es invencible pero
le queda una duda…¿Cómo reaccionarían si su verdadera dueña y señora estuviese
cara a cara con ellos? ¿Qué pasaría? Una vez fueron Aimes, quizás, muy en el
fondo, aun lo sean…
Era algo que le preocupaba mucho, de ahí su obsesión por encontrarme, a
mí y a mis compañeras.
“Matar, matar y matar, tengo que matarlas como sea”; se decía mientras
una noche tras otra no era capaz de conciliar el sueño.
Mhalogrs tenía unos poderes insospechados que aun nadie sabía con
certeza. Ni siquiera los que fueran sus maestros eran capaces de calcular su
actual nivel de poder. Solo sabían que era capaz de cualquier cosa por
conquistar sus objetivos.
Estaba rodeado de seres que habían escalado categorías a cualquier precio
con tal de llegar cada vez más cerca de su amo.
Eran seres que conseguían ir al otro lado, el de los humanos, para
robarles la energía que luego le entregaban y así subían a una categoría mayor.
Algunos, que llevaban con Mhalogrs casi desde el principio, adquirieron ciertos
poderes con la condición de que nunca lo abandonarían ni lo traicionarían.
En
ese caso, los poderes concedidos, se les volverían totalmente en contra y se
volatilizarían, abandonando este mundo para siempre.
Hoy día, no te podías fiar de nada ni de nadie. Estos seres horrendos y
falsos eran llamados “Liars”.
Estaban siempre al acecho y en los dos lados.
¿Cómo podía un ser aliarse a Mhalogrs?
Unos por ansia de poder, aunque parezca absurdo así era....
Otros en cambio,
lo habían hecho para ayudar a otra gente a salvarse de la cacería que se había
librado años atrás. Se sabía que cuatro muchachas serian trasladadas a la
tierra de los humanos para salvar a las cuatro tribus de las tierras del otro
lado.
Mhalogrs tenía muchos aliados encargados de que ninguna muchacha escapara
o simplemente, quedara viva. Buscaba chicas de entre diez y treinta años. Para
su tranquilidad, tenían que morir todas, absolutamente todas.
Así se hizo, pero lo que no sabían, era que las cuatro muchachas en
cuestión, serian convertidas en bebés. Nadie en este lado sospecharía de ellas
y tendrían mejor aceptación en la tierra de los humanos. Así, cuando llegase el
momento estarían totalmente preparadas con lo mejor y lo peor de cada mundo.
Bragüen tenía por misión, llevar a una de ellas a las puertas que abren
las tierras del mundo humano. Pasando muchos peligros, llegó al sitio indicado
antes de la hora, se encontró con unos Liarss. Lo capturaron con el bebé
escondido entre sus brazos.
-
¿Qué llevas ahí? Le preguntaron dándole golpes en la cabeza.
-
Solo llevo un bebé… Contestó él.
-
¿Es muy importante para ti ese bebéee? Los Liarss se estaban
burlando.
-
¡Es mi familia! Claro que le quiero. Bragüen se temía lo
peor, de aquellos seres se podía esperar cualquier cosa.
-
Tienes que venir con nosotros a la Torre Negra, pero “eso”
tienes que dejarlo aquí. ¡Tú decides, o lo matamos o lo dejas, pero ya…!
Al mismo tiempo que decían eso, cogieron al bebé de los brazos de Bragüen
y con una espada, hicieron ademan de cortarle la cabeza dándole un corte en la
nuca.
Bragüen se dio cuenta que estaban dispuestos a matarla. No sabía que
hacer… Aquella niña era la única esperanza para todos y estaba llorando a pleno
pulmón. Miró para ella: ahí sola, en medio de la noche… pero si voy con ellos,
los aparto de aquí y las otras niñas tendrán más posibilidades de pasar sin
estos malditos vigilando la zona.
-
Si lo dejáis ahí y no le hacéis más daño, os acompañaré.
Pensaba que sería lo suficientemente fuerte para enfrentarse a Mhalorgs.
Pronto se daría cuenta que no……
Dejaron a la niña en el suelo pero Breguen lo escondió en una flor... y desaparecieron riéndose y dándole golpes
a Bragüen.
En cuanto pasó esto, una sombra alada bajó del cielo colocándose justo al
lado de la criatura. Era Luz Blanca.
Aquella noche rodaron riachuelos de agua blanca por las mejillas de la
niña y del Aimes. Las heridas de la niña pronto curaron ya que los Aimes
también poseen el maravilloso don de la curación.
Entre los árboles se acercaban unas sombras. Luz Blanca pensó que volvían
los Liarss y arropó a la niña con su cuerpo. Eran las otras niñas acompañadas
por sus familiares que venían del pueblo. Era una noche muy triste y muy
oscura.
Ya casi eran las doce de la noche cuando un anciano apareció sin avisar.
Todos los allí presentes, de distintas tribus, le hicieron una profunda
reverencia.
Era Etshuikc, conocido por todos.
El Aitim más antiguo de aquellas
tierras. .....
Una luz cegadora lo envolvía e inclinándose sobre las niñas dijo:
“Que la conciencia no os nuble, sino que os ayude a forjar el alma”.
Rhut González Seoane.Todos los derechos reservados excepto fotografias.23-04-2001.